Demosmusic: Dio! El simbolo del Metal!

Luto entre los "jevis"!
Ha muerto Ronnie James Dio. Fallecía, víctima de un cáncer de estómago, el introductor del gesto más repetido en el género, o sea, el de "los cuernos que apuñalan el viento", aireando los dedos meñique e índice en gesto airado; según Dio, una reminiscencia de su herencia italiana. Su verdadero nombre era Ronald James Padavona, y su abuela, italiana, usaba el citado gesto para ahuyentar el mal de ojo.

Ha sido Wendy Galaxiola, su esposa desde 1980, quien comunicó la fatal noticia en la web del cantante:
Wendy Dio:
"Hoy mi corazón se ha roto. Ronnie dejó de existir a las 7:45 AM de este 16 de mayo. Muchos, muchos amigos y familiares pudieron darle el adiós en privado antes de que falleciera tranquilamente. Ronnie sabía cuánto amado era por tantas personas, por ello valoramos el amor y el apoyo que

todos ustedes nos han dado. Por favor dennos algunos días de privacidad para lidiar con la terrible con la terrible pérdida que hemos sufrido. Por favor sepan que él los quería a todos y que su música nos acompañará para siempre" Con amor, Wendy."

Muchos, muchos amigos y familiares pudieron decirle adiós personalmente antes de fallecer plácidamente.

"Asimismo apreciamos el amor y apoyo que nos habéis dado. Por favor, concedednos unos dias de privacidad para enfrentar esta terrible pérdida. Os amaba y su música vivirá para siempre"...

Cantó con Rainbow y Black Sabbath,
e inventó el famoso gesto
de los cuernos al viento.

	Adiós a uno de los puntales del género más épico, al dulce y poderoso vocalista que atribuía su fuerza cantora a su formación juvenil como trompetista, al hombre que patentó una fórmula imperecedera que recogía la herencia de The Who, Led Zeppelin y Def Leppard mucho antes de que los melifluos 80 hicieran del metal pasto de vocalistas cursis y guitarristas ensimismados.
Con Dio muere, sí, uno de los últimos exponentes del género que, bebiendo en el blues y la fogata del divino Hendrix, tonteaba con la iconografía blasfematoria como adolescente fórmula para asustar a viejas y escandaIizar a concejales de dudoso encefalograma.

En realidad, sí uno pincha, su discografía está repleta de temas que tienen mucho en común con los ideales hippies, las alusiones místico/líricas a unos dorados arcoiris donde poner en sordina la fealdad del barrio. Rainbow, por cierto, fue el nombre de su primer grupo triunfante, creado a mayor gloria del guitarrista Ritchie Blackmore, prófugo de Deep Purple. Antes, Dio había militado en formaciones que derivaron del rockabilly inicial a

sonidos más densos, y por supuesto en Elf o "The Electric Elves", donde cantó durante casi una década. Pero fue en Rainbow, junto al meticuloso y algo engolado Blackmore, donde pulió su repertorio de letras entre lo medieval y lo lisérgico, con esos toques pastorales que tanto harán por fijar la idiosincrasia del heavy.

La aventura acabó en 1979, cuando harto de las imposiciones de un Blackmore que contrataba y despedía colaboradores a ritmo endiablado, abandonó para sustituir al pantagruélico Ozzy Osbourne en los no menos icónicos Black Sabbath.

	A bordo de la nave, que luchaba mantenerse en pie bajo tormental rios de alcohol y coca, grabó en 1981 un álbum seminal, "Heaven and hell" resonante éxito para confirmar, quiera temporalmente, que había grupo.
"Mob rules", de 1982, desplegó sin embargo el telón, y el directo 1982, "Live evil" marcaba su salida. Demasiados egos, tensiones, cuchilladas, etc... como para que el portentoso invento, que había reinado rante los 70, sobreviviera en la década de los cardados y la MTV.

*Desde entonces DioBlack Sabbath* de 2006, numerosas colaboraciones con socios y amigos. compaginó su propia banda, bautizada con nombre, con la esporádica reencarnación de**
Venerado por un público fiel como pocos, entrañable gitano de pantaIón de cuero y rostro astifino, paseó agudos por cuatro continentes, recibió honores y aleccionó a los jóvenes en el arte de un género a menudo devorado por las poses.

Tomados hoy en día, buena parte de los tics metaleros suenan hinchados, los largos paisajes instrumentales, tópicos, y la digestión del romancero medieval y el rock progresivo, indigesta.

	A sí y todo, deja un legado imbatible en discos como el ya citado Heaven and hell. Sin ser, ni mucho menos devoto del asunto, he de confirmar madera noble que cobijan sus surcos, así como la fiera ductilidad de una voz erizada.
Del respeto que concita, de su rara generosidad en un mundo poblado por dioses menores con apetito insaciable, hablan sobradamente las muestras de dolor que se acumulan en periódicos, revistas especializadas y foros amigos.